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21 marzo 2009

La primavera


Sandro Botticelli (1445-1510)
La Primavera 1477-1482
Temple sobre tabla - Renacimiento
203 cm × 314 cm
Galería de los Uffizi, Florencia

La primavera ha llegado y aunque hace algunos días que el Corte Inglés ya nos anunciaba su llegada no ha entrado a nuestras casas hasta hace apenas un día.

Para celebrar la llegada de esta estación en la que parece que todos salimos del letargo del frío y oscuro invierno qué mejor sino hacer mencióm a una de las más famosas obras del pintor renacentista italiano Sandro Botticelli "La Primavera".

Su datación es incierta. Según buena parte de la crítica, se pintó en 1476 ó 1477. Chiara Basta opta, en cambio, por una fecha en torno a 1482, es decir, después de la fundamental experiencia romana de Botticelli. Señala como posible ocasión para la cual se realizó el cuadro el matrimonio, celebrado en 1482, entre Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, primo segundo de Lorenzo el Magnífico, y Semiramide Appiani, sobrina de Simonetta Vespucci, de soltera Simonetta Cattaneo, que estaba casada con Marco Vespucci, aliado de los Médicis.

Iconografía:
La interpretación clásica y más generalizada es la de
Adolph Gaspary y Aby Warburg en 1888, describe las figuras del siguiente modo, partiendo de la izquierda a derecha:
Mercurio. El dios queda identificado por los calzados con alas y por el caduceo (vara de olivo adornada con guirnaldas) usado para separar serpientes y hacer la paz, Botticelli ha representado las serpientes como dragones alados; Con su yelmo y su espada, parece claramente el guardián del jardín de Venus. Estira la mano para tocar las nubes con su caduceo para dispersar la niebla. Mira hacia el cielo, lo cual se interpreta como unión con el más allá. Mercurio sería intermediario entre los hombres y los dioses, pero también el dios de los comerciantes. Viste ligeramente con un manto rojo cubierto de llamas, que cae de forma muy asimétrica, lo cual se consideraba un rasgo típico de la Antigüedad y ya era una indicación de que se estaba representando una escena mítica.
Las tres Gracias. Servidoras de Venus, dedicadas a una graciosa danza, están representadas como tres jóvenes casi desnudas y luciendo peinados elaborados y diversos. El cabello suelto sólo podían llevarlo las jóvenes solteras. Se las ha llamado Gracias porque de esa forma, danzando en corro, se las representó en el arte grecorromano.
Como otros de los personajes del cuadro, las Gracias parecen ser retratos de personas existentes en la época y conocidas del pintor: por ejemplo, la Gracia de la derecha es
Caterina Sforza, que Botticelli retrató como Santa Catalina de Alejandría, siempre de perfil, en el cuadro conservado en el Museo Lindenau de Altenburg, Alemania. La del medio debe ser Semiramide Appiani, mujer de Lorenzo il Popolano, el cual a su vez estaría representado como Mercurio, hacia el que mira Semiramide. La de la izquierda sería Simonetta Vespucci, prototipo de belleza botticelliana.
La hipótesis más acreditada referente a estas tres jóvenes es que la de la izquierda, de cabellos rebeldes, representa la Voluptuosidad (Voluptas), la central, de mirada melancólica y de actitud introvertida, la Castidad (Castitas), y la de la derecha, con un collar que sostiene un elegante y precioso colgante y un velo sutil que le cubre los cabellos, la Belleza (Pulchritudo).
Venus. Se encuentra en el centro del cuadro y sirve de eje a la composición, volviendo ligeramente la espalda al resto de figuras. En torno a su cabeza se aclara la arboleda, formando una especie de aureola. Está representada como una Madonna, con el cabello cubierto por cofia y velo, como una mujer casada. Viste una camisa larga y, por encima, vestido y manto, que cae de forma asimétrica, como el de Mercurio. El vientre prominente era considerado gracioso, y un signo de elegancia era colocar la mano sobre una tela, para evidenciar su belleza. Es el centro no sólo físico sino también moral de la obra, en sus dos aspectos de Venus Urania y Venus Genitrix, fuerza creadora y ordenadora de la Naturaleza, que hace nacer y crecer a todos los seres vivos;
Cupido. Vuela sobre la cabeza de la figura central se dedica a lanzar dardos hacia una de las Gracias;
Flora. Es la única del grupo que mira directamente al observador y parece que intenta esparcir sus flores por el exterior de la escena. Destaca también por su sonrisa, pues es infrecuente en la pintura renacentista, en particular en Botticelli, cuyas mujeres y así se ve en sus numerosas Vírgenes con Niño están siempre serias, abstraídas.
La
ninfa Cloris. De su boca salen las flores primaverales que Flora recoge en su vestido transparente;
Céfiro. Dios del viento benigno representado con colores fríos mientras busca el amor de la ninfa. Sopla la dulce brisa que hace posible la primavera.

Para más información sobre otras interpretaciones, análisis de la obra y fuentes literarias ver en Wikipedia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fenomenal y muy oportuno este post, ya que coincide con la entrada de la Primavera. Por otro lado, a mí me ayuda a recordar esas cosas estudiadas y olvidadas del cuadro de Sandro Botticelli.
Carmen

OGFlanagan dijo...

Que recuerdos ¿verdad? hay días que echo de menos aquellos tiempos. Besotes