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Hace poco recuperé algunas de las muñecas de mi infancia y desde entonces me he adentrado en un mundo apasionante así que decidí incluir en el blog un apartado dedicado a la Muñeca de Famosa.

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16 abril 2009

Diario de viaje: El MoMA (2) 5-3-09

Vassily Kandinsky, Panel para Edwin R. Campbell nº 4, 1914
Esta pintura pertenece a un ciclo de cuatro realizadas en una época en la que artistas de varios países empezaban a explorar lo que Kandinsky, pionero del arte abstracto, llamó pintura "no objetiva", es decir, una pintura que no muestra objetos inmediatamente reconocibles. En lugar de eso, Kandinsky quería que cada una de sus obras fuera "una representación gráfica de un estado de ánimo" Estudios para una de estas obras indican que al concebirla pensaba en un paisaje, e incluso se podría ver en las cuatro un campo, una montaña o una nube pero han sufrido una gran transformación. Análogamente si se describieran las cuatro estaciones, como ha supuesto un experto, sus colores y sus formas abstractas responderían a cualidades intuidas en las fases del año más que a escenas concretas.
Edwin R. Campbell, un empresario del automóvil, encargó la serie para las paredes del vestíbulo del piso de Nueva York donde residía con su esposa Margery. El matrimonio se separó en 1921 y con ellos las pinturas que divididas en parejas pasaron por diferentes colecciones hasta quedar definitivamente reunidas en el MoMA en 1982.

Pablo Picasso, Niña frente al espejo, 1932
Niña frente al espejo muestra a la joven amante de Picasso Marié-Thérèse Walter, uno de sus temas favoritos a comienzos de los años treinta. Su perfil de suave rosa pastel aureolado de blanco parece sereno. Pero se une con una vista frontal del rostro pintada con más aspereza recordando a la luna en fase creciente pero al mismo tiempo tan amarillo como el sol y maquillado con colorete, los labios pintados y los ojos con sombra de color verde. Quizás la pintura sugiera la personalidad diurna de Walter y su personalidad nocturna, su calma y su vitalidad pero también la transición de una niña inocente a mujer mundana y consciente de su sexualidad. Es también una variante compleja de la Vanitas tradicional, la imagen de una mujer frente a su mortalidad en un espejo que la refleja como calavera. A la derecha del reflejo sugiere una radiografía sobrenatral del alma de la niña, su futuro, su destino. La cara está oscurecida, los ojos son cuencas vacías y el cuerpo intensamente femenino está contrahecho y retorcido. La figura del espejo parece más vieja y más angustiada, la niña le tiende las manos como si quisiera unir sus "identidades" diferentes. El papel de la pared de rombos recuerda al traje del Arlequín, el personaje cómico de la Commedia dell'Arte con quien Picasso se identificó a menudo, aquí testigo silencioso de las transformaciones psíquicas y físicas de la niña.

Fernand Léger, Tres mujeres, 1921
En Tres mujeres Léger traduce un tema común en la historia del arte, el desnudo recostado a un lenguaje moderno, reduciendo la figura femenina a una masa de formas redondeadas y un tanto dislocadas, en las que la piel no es blanda sino dura incluso rígida. La precisión mecánica y la solidez que da a los cuerpos de sus mujeres concuerdan con su fe en la industria moderna y su esperanza de que el arte y la era de la máquina rehagan juntos el mundo. El equilibrio geométrico de esta pintura, sus listas negras y sus recuadros blancos sugieren que Léger tenía conocimiento de Mondrian, un artista que empezaba a triunfar en ese momento. Otra nota estilística es el regreso a variantes del clasicismo que fue general en el arte francés después del caos de la Primera Guerra Mundial. Aunque pulidos y abrillantados, los volúmenes simples de las figuras de Léger no dejan de insertarse en la tradición de los clasicistas del siglo anterior. Un grupo de mujeres desnudas tomando té o café puede también recordar escenas de harén como las que pintaba Ingres, aunque allí la bebida pudiera ser vino. Léger también actualiza el ambiente, un piso elegante, decorado a la última moda. Y las mujeres de melena plancahda a un lado tienen un glamour hollywoodiense. Esta pintura es como un bello motor cuyas partes se engranan con suavidad y armonía.

Umberto Boccioni, Formas únicas de continuidad en el espacio, 1913. Bronce vaciado en 1931
En formas únicas de continuidad en el espacio Boccioni da forma escultórica a la velocidad y a la fuerza. La figura avanza y sus líneas desbordan los límites del cuerpo, se rizan en líneas curvas y aerodinámicas como moldeadas por el viento a su paso. Boccioni estuvo dos años desarrollando esas formas en pinturas, dibujos y esculturas con estudios rigurosos de la musculatura humana. El resultado es un retrato tridimensional de un cuerpo poderoso en acción. A comienzos del siglo XX fue como si la velocidad y las fuerzas inéditas de la maquinaria engendraran una energía social radical. Más tarde las nuevas tecnologías y su ideario revelarían aspectos amenazadores pero para los artistas futuristas como Boccioni fueron muy tonificantes. Innovador a ultranza, ni él mismo estuvo a la altura de su ambición. En 1912 había denostado la sumisión de la escultura a "la imitación ciega y cerril de las fórmulas heredadas del pasado" y sobre todo al "peso oprobioso de Grecia" pero Formas únicas de continuidad en el espacio tiene un parecido profundo con una obra clásica de hace más de dos mil años, la Victoria de Samotracia. En la Victoria de Samotracia la velocidad está impresa en los paños de piedra que envuelven la figura. Aquí es el propio cuerpo lo que se remodela como si las nuevas condiciones de la modernidad alumbraran a un hombre nuevo.
Andy Warhol, Latas de sopa Campbell, 1962
"Yo no creo que el arte deba ser sólo para unos pocos escogidos", decía Warhol, "yo creo que debe ser para la masa del pueblo americano". Como otros artistas pop, Warhol empleó imágenes de atractivo ya probado para los grandes públicos: historietas, anuncios, fotografías de estrellas de rock y de cine, fotografías de la prensa sensacionalista. En Latas de sopa Campbell reprodujo un objeto de consumo masivo en el sentido más literal. Cuando expuso por primera vez estos lienzos, son treinta y dos, tantos como variedades de sopa que en aquel momento fabricaba la marca, cada uno estaba colgado de la pared como un cuadro y simultáneamente apoyado en una repisa como los artículos en una tienda de comestibles. Repitiendo la misma imagen a la misma escala, los lienzos subrayan la uniformidad y ubicuidad de la lata Campbell. Al mismo tiempo subvierten la idea de la pintura como medio de invención y originalidad. Esta clase de repetición visual la empleaban desde mucho antes los publicitarios para grabar los nombres de los productos en la mente del público, aquí sin embargo no implica competencia enérgica sino abundancia satisfecha. Fuera de una galería de arte, la etiqueta Campbell, que no había variado en más de cincuenta años, no era un reclamo sino una trivialidad. Warhol dijo de la sopa Campbell: "Yo la tomaba. Comía lo mismo todos los días, calculo que veinte años estuve comiendo lo mismo una y otra vez".
Detalle de uno de los lienzos

Andy Warhol, Marilyn Monroe de oro, 1962
Marilyn Monroe era una leyenda cuando se suicidó en agosto de 1962 pero retrospectivamente su vida parece un lento martirio por parte de su público y de los medios de comunicación. Después de su muerte Warhol basó muchas de sus obras en una fotografía suya, siempre la misma, un fotograma de anuncio de la película Niagara de 1953. Warhol pintaba el lienzo de un color uniforme, turquesa, verde, azul, amarillo limón y después serigrafiaba encima la cara de Marilyn, unas veces sola otras duplicada y otras multiplicada formando una cuadrícula. El fondo dorado de Marilyn Monroe de oro, es la única de las Marilynes de Warhol donde utiliza este color, recuerda a las imágenes religiosas de la historia del arte cristiano, si bien la obra infunde un atractivo morboso a esa resonancia. Al multiplicar esta fotografía de una heroína compartida por millones de personas, Warhol negaba el concepto de singularidad de la personalidad del artista que estaba implícito en la pintura gestual de los años cincuenta. Empleó además una técnica comercial, la serigrafía, que comunica a la imagen un aspecto nítido y artificial; al mismo tiempo que Warhol canoniza a Monroe revela que su imagen pública es una ilusión cuidadosamente estructurada. La cara de Marilyn Monroe de oro con este aire de glamour de los cincuenta tiene mucho de coincidente con la propia estrella: brillo intenso pero pasajero, rotunda pero vulnerable, dominante pero escurridiza. Rodeada de vacío es como el fundido final de una película.

Selección de algunas de las obras que se exponen en el MoMA. Fotografías realizadas por Ольга, marzo 2009.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta el cuadro "niña frente al espejo" de Picasso. Al natural, ¿pierde o gana? Ya sabes, que a veces, hay obras que ganan reproducidas y que al verlas al natural, en cierta forma, te decepcionan... Todo lo contrario, a esto, me paso con Rembrandt. Vi al natural, en Holanda, algunas de sus pinturas y de verdad que ganan. Me impresionaron mucho. Tienen una luz muy especial y la pincelada es magnífica.
Besos
Carmen

OGFlanagan dijo...

Es una obra que no pasa indiferente ante los ojos del espectador y eso que no soy muy amante de las obras de Picasso. Al natural gana los colores son vivos y la primera impresión que me dio es que me recordaba a una vidriera, encuentro que tiene ciertas reminiscencias con las vidrieras medievales quizás por estar tan remarcados en negro los contornos de la figura y las partes que la componen.